Con una sonrisa abierta, característica de un sudcaliforniano del sur, mezclado con aires de la hermana región de Veracruz, José Antonio Sequera, nos ofrece una vez más un menú rico en diversidades en torno a sus cuentos de Sudcalifornia.
Hace muchos años -y aún recuerdo el lugar de reunión en nuestro primer encuentro-, en un café capitalino, descubrí lo que con el tiempo se convertiría en un ícono de la literatura nuestra: José Antonio Sequera Meza. Con una juventud por demás excesiva, en un rostro deseoso de romper el mundo para encontrar (se) otros, este literato recién egresado de los estudios de la licenciatura en letras, abrió su expediente para mostrar lo que traía en mente y su “paquete bajo el brazo”. Fue una primera conversación la cual sería una secuela infinita de nuevos acercamientos en el terreno de la literatura.
José Antonio Sequera en muy corto tiempo cosechó una variedad de nuevos descubrimientos en el ámbito de la creación literaria, en especial en el campo de la poesía y del cuento. Ambos le han valido sendos reconocimientos y vastos aplausos en los lugares por donde ha circulado. En especial en los países del norte de Europa, en donde es fuertemente apreciado su talento de analista y creador. Lo mismo ha dictado cursos a doctorantes en letras, que sorprendentes conferencias a públicos que se asomaron a descubrir la creatividad del pensamiento mexicano.
Profesor de literatura, creación literaria y demás áreas que le conciernen, en sus primeros años fue juzgado en su concurso de oposición como el Rimbaud sudcaliforniano. Por su juventud, imagen, talento y creatividad. La UABCS había ganado un eslabón importante que habría de derivar en multiplicidad de influencias teóricas y prácticas en jóvenes talentos que llegaban a las aulas. No ha cesado, este joven investigador, de sumergirse en las profundidades de la creación en los distintos rumbos del género. Su pluma, entonces, se ha convertido en una fuente permanente de nuevas voces que abordan la palestra literaria en nuestro medio y allende fronteras.
Hoy sé que era lo que es: una promesa cumplida que se despliega en múltiples caminos, no sólo contando cuentos o invent(ari)ándo, sino yendo aún más lejos de lo que la propia imaginación y reseña pueden darnos: son atisbos de una fuente creadora y creativa que se desdobla en imágenes literarias desplegadas, como sus alas, en la búsqueda de su tiempo y de su espacio.