Puede que en el espacio no se propague el sonido; sin embargo, ahora los científicos han logrado escuchar cómo suena un agujero negro supermasivo.
Todo comenzó en el año 2003, cuando los astrofísicos que trabajaban con el Observatorio en órbita de rayos X de la NASA, Chandra, detectaron un patrón de ondas que se propagaban a través del gas que rodeaba al agujero negro; situado en el centro del cúmulo de galaxias de la constelación de Perseo, a 250 millones de años luz de distancia de la Tierra.
Se estima que, en nuestra región del Universo, existen alrededor de 100 mil millones de agujeros negros supermasivos. Y, hasta hace relativamente poco, supimos que es muy probable que al centro de cada galaxia se encuentre uno de estos gigantescos devoradores de materia: viva y no viva, inherte, luz y oscuridad.
El agujero negro más cercano a la Tierra se ubica a unos 28 000 años luz de distancia, en el centro de la Vía Láctea
Mientras que el agujero negro más distante detectado hasta ahora está a miles de millones de años luz de distancia, en un cuásar. Por muchas razones, los agujeros negros son muy interesantes para la humanidad. Empezando porque no sabemos lo que se encuentra dentro de un agujero negro.
Y ni siquiera tenemos una fotografía de uno, pues tienen tanto poder gravitacional que ni siquiera la luz puede escapar.
Lo único que logramos observar es la materia que rodea al agujero negro, en su disco de acreción. Algunos investigadores creen que los agujeros negros podrían utilizarse como agujeros de gusano pare recorrer grandes distancias hacia otras galaxias e incluso universos.
Ciertas teorías han sugerido la posibilidad de que los agujeros negros alberguen universos enteros. Evidentemente, solo son conjeturas.
Desde 2003, el agujero negro al centro del cúmulo de Perseo ha servido para captar el sonido de estos devoradores espaciales.
Este sonido se produce gracias a las ondas de presión en el gas caliente del cúmulo.
Resulta inaudible para el oído humano, No obstante, puede ser interpretado por los astrónomos como una nota musical a través de las ondas y gases por los cuales pueden decodificar el donido.
Y con la adecuada zonificación, prácticamente convierten un agujero negro en una máquina de sonido artíficial.